Palestina: la relatividad de los puntos de vista

Por: Alejandra Espinoza

Por: Alejandra Espinoza

No, no conozco Palestina, pero sé que a los palestinos los están matando por montones. Tampoco conozco los Estados Unidos, pero desde que era chica recuerdo que por medio de su dedo indicador, país que toca, país devastado.

Cuando pienso en la denominada II Guerra Mundial, pienso en los judíos, pienso en aquello llamado Auschwitz. Crecí oyendo del Holocausto, del ensañamiento Nazi contra un otro… un pueblo de seres humanos por cierto…

Sin embargo, no recuerdo la Guerra de los Seis Días, tampoco recuerdo demasiado los ataques de Israel en el Líbano. pero sí recuerdo que en mi retina contemporánea, es el pueblo palestino el reducido, el expropiado, el arrasado. Sí recuerdo que son los países árabes los invadidos una y otra y otra vez, por aquel dedo detonador, que donde pone el ojo, pone el misil. Y al parecer “eso” tiene billones de ojos.

En la taxonomía de mi memoria, me sorprende los puntos de vista tan relativos, la asimetría de la enseñanza, la conveniencia del ejercicio de recordar unas cosas y otras, simplemente o no existen, o se pierden en un horizonte difuso donde van a parar las memorias de todos aquellos que no tuvieron el poder suficiente para contar sus relatos.

El pueblo palestino está siendo aniquilado y aniquilado viene del latín annihilare, que traducido al español significa reducir a nada. Reducir a nada a padres, hijos, abuelos, familias, historias, memorias, relatos, las calles, las casas, los libros, las fotos de un día bello. Reducir a nada.

¿Cómo se reduce a nada? Simplemente omitiendo…callando, dando la razón a quien aniquila, entregándoles más armas mientras los rostros comunes, los rostros como los nuestros miramos impávidos, sin poder hacer mucho más que reclamar y tratar de que la voz, nuestra voz, logre romper con aquellos círculos negros que se comen la memoria.

Por: Stefanía Vega

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